Motivaciones

26/06/2016 por Carolina Aita

La palabra “Motivación” viene de movimiento. Lo que nos motiva es aquello que de alguna manera nos moviliza internamente, que nos hace vibrar.

He estado trabajando con un grupo de funcionarios de una empresa y he sido testigo de sus cambios. Cambios que parten justamente de un aumento de motivación lo que lleva consigo aparejado un aumento de compromiso y de interés, de afán de crecimiento y de autoconocimiento.

Cuando las personas están motivadas se desempeñan mucho mejor, esto no es una novedad. Debemos por tanto generar instancias que permitan a las personas conectar con esa sabiduría interior que a menudo ignoran. Las respuestas están dentro de nosotros mismos. Sólo se trata de formularse las preguntas adecuadas.

Cuando empecé mi trabajo como coach con este grupo surgieron algunas resistencias, como era de esperar. Frente a lo nuevo aparece el miedo al cambio. A veces sucede que se han intentado otros cambios antes que no han funcionado y así nace el descreimiento y la desconfianza. Sin embargo lo nuevo también trae expectativa y es esa energía la que debemos aprovechar para sintonizar con las personas con las que trabajamos.

No es que los coaches hagamos magia, nada más lejos de eso. Simplemente creamos las condiciones para que las personas generen otro tipo de pensamientos y en consecuencia, otro tipo de emociones y de comportamientos.

De ahí la importancia de que haya jefes formados como líder coach, capaces de motivar y de guiar a su equipo para rendir al máximo de su potencial y de trabajar con alegría.

Este es el cambio quizás más difícil de lograr: el de transformar a los jefes en líder coach. Aparentemente existe la creencia de que el jefe debe decir lo que hay que hacer y que él es el que todo lo sabe. Nada más lejos de la realidad.

Para empezar muchas veces los que más saben cómo resolver los problemas cotidianos en una oficina son los colaboradores, que son quienes se enfrentan a los verdaderos problemas. Para seguir, las personas no parecen ser conscientes de que muchas veces el cargo de jefe se le otorga a alguien por antigüedad o porque no había a quien más poner, pero estar en el cargo definitivamente no garantiza que la persona tenga las características de un líder que tanto se necesitan.

Los líderes preguntan, los líderes elogian, los líderes son parte del equipo, se sienten parte y tiran a la par, los líderes dedican 5 % del tiempo al problema y 95 % del tiempo a la solución, los líderes no se quejan.

El gran problema que enfrentamos es que las personas no creen que tengan algo para mejorar. Partiendo de esa premisa es fácil entender las razones por las que siguen haciendo de jefes en lugar de formarse como líderes.

El liderazgo no se aprende en los libros, se aprende haciendo y modelando a aquellas personas que son verdaderos líderes. Observen que muchas veces los equipos reconocen como líder a otro integrante que no está en un cargo de jerarquía pero que es el verdadero motor.

No olvides que antes de poder liderar a un equipo debes ser capaz de liderarte a ti mismo, de liderar tu propia vida. Esto implica que desarrolles inteligencia emocional a través de un profundo conocimiento de ti mismo para luego gestionar las emociones de las personas con las que interactúas. Dirigir tu vida implica que dejes las excusas y asumas responsabilidad por cuanto haces y dices, implica que tomes conciencia de dónde estás y dónde quieres estar y que hagas lo necesario para conseguirlo.

Quizás entonces estés preparado para guiar a un equipo por el camino del éxito.

Yo definitivamente no le confiaría mi equipo a una persona que aún es incapaz de conseguir sus sueños porque significa que no podrá ayudar al equipo a alcanzar los suyos.

Pregúntate hoy ¿qué te motiva? ¿Estás haciendo algo de lo que te motiva? ¿Eres realmente un líder de tu propia vida?

¿Cómo te sientes cuando haces o cuando no haces aquello que te motiva?