Separaciones

15/04/2018 por Carolina Aita

¿Has tenido que separarte de alguien o de algo? Seguramente sí, todos en algún momento lo hemos hecho. Nos hemos separado del hogar de nuestros padres, nos hemos separado de amistades, nos hemos separado de lugares, nos hemos separado de parejas… nos hemos separado de viejos hábitos, de patrones de pensamiento… habrá quien incluso lamentablemente se habrá separado de algún que otro sueño. Algunas separaciones son físicas, otras emocionales, algunas temporales y otras definitivas.

La vida es un constante soltar y desapegarse. Sé que últimamente mucho se habla del desapego y de soltar como si fuera tan fácil. No lo es y sin embargo es tan necesario.

¿Para qué? Para evitar el sufrimiento que implica  no aceptar la realidad.

Creo que las preguntas que deberíamos formularnos cada vez que nos separamos de algo o alguien es: ¿Qué aprendo de esto? ¿Qué aprendo de mí al verme en esta situación? ¿De qué manera puedo capitalizar esta experiencia de separación? ¿Para qué me separo? La claridad da poder, de modo que saber para qué nos separamos de algo, de alguien, de un lugar, de una experiencia puede contarnos mucho acerca de nosotros mismos.

Me separo para crecer, para ser feliz, para ser coherente conmigo mismo, para cumplir sueños, para crear nuevos vínculos… Hay tantos motivos valiosos por los que separarse de personas, lugares y situaciones… Es por eso que debemos  ayudar a nuestra mente a que entienda que soltar es positivo.

Sin embargo lo más común es que las personas se queden ancladas en ese pasado, dándole vueltas a ciertos pensamientos que nos hacen seguir en el dolor. Tengan presente que lo que me duele no es el hecho en sí,  sino lo que yo pienso acerca del hecho. No me duele la separación sino mis expectativas (que están en mi mente), lo que me genera dolor son los juicios que elabora mi mente acerca de esa situación o de esa  persona. Incluso cuando me enfrento a una separación definitiva y física de alguien a quien he querido, el dolor viene porque la mente recuerda y cuando recordamos el cerebro cree que lo está viviendo. Es por eso que volvemos a conectar con el dolor.

Separarse es un acto de valentía a la vez que es un acto de amor, de amor a uno mismo en primer lugar y de amor a los demás, ya que donde no me sienta en armonía no podré brindar lo mejor de mí.