Siempre hay un troll

07/02/2018 por Carolina Aita

El troll del que voy a hablar nada tiene que ver con esos seres de la película animada. A esos se los ve amigables y tiernos.

El troll al que me refiero no muestra esas características. Y digo que no las muestra porque no puedo asegurar que no las tenga. Se empeña simplemente en mostrar esa faceta de troll cuando forma parte de un grupo: arisco, desdeñoso, impertinente.

El troll es ese personaje que siempre aparece, que todos hemos padecido, cuya misión parece ser boicotear a otras personas o a la situación.

Lo interesante de esto es darnos cuenta de que el problema lo tiene el troll y que nuestro objetivo debe ser quitar el foco de allí para que no nos afecte.

La persona que constantemente busca lo negativo de otros o de una situación evidentemente lo va a encontrar, privándose así de cualquier aprendizaje o crecimiento.

Y como digo siempre, ni bien ni mal, es una elección. Una elección que tiene que ver con su historia, sus creencias, sus prejuicios. Cuando alguien pone el foco en lo negativo de otros está evadiendo la tarea de mirarse a sí mismo.

Escucha el lenguaje del troll: vas a ver que emplea los llamados “MENSAJES TÚ”. Y te acusa y te cuestiona, y hasta te cuestiona que cuestiones sin darse cuenta de que él está haciendo justamente eso. Por eso le hace ruido claro, porque le muestra una parte suya que no quiere ver. Porque él es el juez más implacable consigo mismo y con los demás.

Cae por lo tanto en una falta de asertividad que lejos de sumar, resta y resta mucho porque empieza a esparcir una energía tóxica en el ambiente que no le hace bien a ningún grupo. ¿Cuál es el objetivo de esto? Seguramente poner en evidencia algo que ve como “carencia” en otro para no poner el foco donde debería, que es en sí mismo.

El caso es que las personas que se lideran a sí mismas no tienen problema con ser expuestos porque es una práctica que hacen a menudo consigo mismos. No les molesta ni incomoda hablar de sus defectos, no tienen dificultad en asumir responsabilidad por lo que hacen o dicen. Por lo tanto este boicot de los trolls no les llega en forma directa. Llega quizás cuando el troll empieza a contagiar (porque la energía se contagia) y a sembrar incomodidad allí donde reinaba la motivación.

Entonces queridos trolls, pregúntense ¿qué me aporta este comportamiento? Si te respondes por ejemplo “me aporta seguridad” o “me aporta protección” entonces piensa de qué modo puedes obtener esa seguridad o protección sin ser un troll.

Pregúntate ¿de qué manera puedo sumar a este grupo? Y deja de poner tu atención y tu juicio en eso que el otro no hace como tú quisieras. ¿Es ese otro tan importante en tu vida como para estar tan pendiente? ¿Y si vieras qué puedes aprender de la situación independientemente de los otros?  Conviértete en un aporte para el equipo, no en una carga.

Y recuerda: 90 % es lo que tú interpretas de la situación. No tienes ninguna certeza de que eso sea como “crees” que es. Lo que interpretas habla de ti, no del otro.